Un día como hoy, pero de 1960, fueron detenidos en Santiago los Panfleteros, pero ¿quiénes fueron estos jóvenes?
En 1950, un adolescente llamado Wenceslao Guillén inició un apostolado para crear conciencia ciudadana sobre las perversidades y crímenes de la tiranía de Rafael Trujillo. Los barrios y las escuelas de la Ciudad Corazón fueron los semilleros en los que «Wen» sembró coraje para enfrentar uno de los peores regímenes. Esta siembra empezó a cosechar fuerzas cuando aglutinaron la Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI) cuyo propósito fundamental sería el derrocamiento de Trujillo.
Las heroicas repatriaciones armadas de junio de 1959 por Constanza, Maimón y Estero Hondo «llegaron llenas de patriotismo. Enamorados de un puro ideal y, con su sangre noble, encendieron la llama justa de la libertad». Y a partir de esa epopeya la UGRI formada por adolescentes y niños, inició acciones que buscaban despertar el pueblo dominicano de la pesadilla trujillista. No disponían de recursos materiales pero, plenos de dignidad, lograron elaborar numerosas octavillas condenando al tirano y a su régimen. E inundaron Santiago.
Aquellos volantes decían por el anverso:
«! Viva la Revolución! ¡Abajo el tirano! ¡Libertad o Muerte! (UGRI)».
Y por el reverso completaban el mensaje así:
«Con perdón de la expresión, Trujillo es una mierda.»
Esos volantes fueron distribuidos en Santiago entre las 8 y las 9 de la noche del día de Reyes, martes 5 de enero de 1960. Días después, los esbirros de la tiranía empezaron a apresar decenas de adolescentes santiagueros. Y en interminables sesiones, a fuerza de picanas, sillas eléctricas y cuantas barbaridades imaginaron, masacraron hasta la muerte a 27 de estos niños. Esto ocurrió en la noche del viernes 29 de enero de 1960.
Esos héroes/mártires de la lucha contra la tiranía trujillista, que no coocieron el miedo, fueron designados desde entonces como «Los Panfleteros de Santiago».
Desgraciadamente, por muchos años esta lucha juvenil no había sido priorizada por los historiadores. Hasta que la Comisión Permanente de Efemérides Patrias propició que el doctor Ramón Antonio Veras, sobreviviente de aquella gesta, recopilara un libro. En él se rescatara la memoria de esos niños/hombres.
47 años después, Luis Gómez Pérez, que ronda los 70 años, describió cómo era aquella casa de horror que se conoció como «La 40». Y decía Luis que ese antro del crimen, donde él mismo fue torturado brutalmente, se convirtió en un infierno. Sobre todo para aquellos que permitieron que el miedo se apoderara de sus mentes. Pero para niños/hombres como Wenceslao Guillén, Manuel Bueno y otros «panfleteros», fue un paraíso. Porque colocaron la lealtad por encima del sufrimiento, cosa que consideraban, revolucionariamente, como un riesgo ocupacional.
Actualmente solo queda «Negro» Veras, único sobreviviente del núcleo central de «Los Panfleteros». Decía que aquellos niños/hombres habían vivido y luchado con alegría. Y que con esa misma alegría habían enfrentado las torturas y la muerte sin delatar a sus compañeros. Planteó entonces que los 29 de enero de cada año debían ser conocidos en lo adelante como día de «Los Panfleteros de Santiago». Se rendiría así homenaje a «aquellos adolescentes que, no obstante su corta edad, demostraron mucho talento, abnegación, disciplina y sentido de responsabilidad cívica y patriótica».
Y hechos así nos recuerdan que cada gran acontecimiento en nuestra historia ha sido encabezado por «los muchachos». Jóvenes desconocidos que pusieron en marcha las conmociones sociales y que hoy añoramos su presencia para recuperar la honestidad y la dignidad que nos merecemos.
Crece con un acto como ese nuestro respeto por Santiago que, aunque tarde, no olvida a sus héroes/ mártires y que cada año por venir les rendirá, el homenaje que merecen.
Por: Francisco Tavárez, el Demócrata.