El merengue dominicano está de luto por cuarta vez en apenas tres meses. Esta vez, la tristeza tiene nombre y apellido: José Altagracia de León Corcino, conocido artísticamente como Franklin The Boss, quien falleció el pasado sábado en un accidente automovilístico en el condado de Harnett, Carolina del Norte.
Originario de Guayabal, en la provincia de Azua, Franklin encontró la muerte lejos de su tierra, cuando su vehículo colisionó y se incendió cerca de la carretera 24-27, a la altura de Lizzie Jeter Lane. Los bomberos llegaron al lugar poco después del mediodía —según reportes del Sandhills Sentinel—, pero no pudieron evitar la tragedia.
Con su partida, se suma una nueva página dolorosa en la historia reciente del merengue, golpeado por una cadena de despedidas, algunas tan trágica como esta y otras por enfermedad, consternando así a sus seguidores y a la industria musical dominicana.
El primero en partir fue Fritz Sterlin Odine, conocido artísticamente como Félix Cumbé, cantante de origen haitiano nacionalizado dominicano, cuya trayectoria de más de cuatro décadas entre el merengue y la bachata le ganó un lugar en el corazón del público. Su voz, singular y festiva, se apagó dejando atrás un legado de humildad y carisma. Su partida se produce el pasado 11 de febrero tras un historial medico complicado.
Luego, el 9 de marzo se apagó la voz de Diomedes Núñez, líder del Grupo Mío, quien participación en agrupaciones emblemáticas y su extensa discografía lo convierten en una figura icónica de la música popular dominicana. Diomedes perdió la batalla contra una insuficiencia renal, complicaciones que lo alejaron de los escenarios para siempre. Con él se fue una parte de la esencia de los años dorados del merengue de grupo.
Quizás el hecho que causó más dolor fue la trágica muerte de Rubby Pérez, ocurrida el pasado 8 de abril, mientras se presentaba en la discoteca Jet Set, en una noche bailable que debía ser de alegría, pero el desplome de un techo en el emblemático centro nocturno dejó un saldo de 233 muertes.
Ahora, con Franklin The Boss, el golpe es doble: se trata no solo de una pérdida más, sino de una joven promesa en plena actividad, un artista que desde la diáspora mantenía viva la llama del merengue con orgullo y esfuerzo.
Cuatro pérdidas en tres meses. Cuatro historias que se cruzan en el duelo de un género musical que sigue siendo identidad, resistencia y celebración. La música no muere, pero los rostros que la hacen vibrar sí. Y este 2025 se escribe, tristemente, en clave menor.