Por: Francisco Tavárez (El Demócrata).
La captura reciente de un miembro de la banda haitiana «400 Mawozo» en Boca de Cachón, Jimaní, resalta una problemática que va más allá de un simple acto delictivo. Esta organización es conocida por sus actividades criminales en Haití, incluyendo secuestros y tráfico de armas, lo que subraya la peligrosidad del detenido.
Este no es el primer caso de un miembro de esta peligrosa banda en la República Dominicana. En la Autovía del Este, efectivos dominicanos, en cooperación con la Interpol, capturaron a Lerby Belus, quien portaba múltiples documentos falsos.
Este hecho resalta la necesidad urgente de reforzar los controles fronterizos y apelar a la cooperación internacional en seguridad, ya que el costo de esta lucha no puede recaer únicamente en la República Dominicana.
La presencia de estos criminales en diversas áreas de la economía dominicana plantea serias dudas sobre la eficacia de los controles migratorios y la capacidad del Estado para manejar a los inmigrantes que representan una amenaza para la seguridad nacional. Además, el flujo de armas y municiones hacia Haití, facilitado por redes de tráfico en la República Dominicana, agrava la situación y perpetúa la violencia, representando un riesgo de desestabilización regional.
El gobierno dominicano, bajo el liderazgo del presidente Luis Abinader, enfrenta el desafío de implementar un censo detallado de inmigrantes para identificar a aquellos con antecedentes criminales, garantizando así la seguridad y la convivencia pacífica en el país.
La lucha contra «400 Mawozo» debe complementarse con políticas internas robustas y una mayor cooperación entre las naciones afectadas para ser efectiva.
La seguridad y estabilidad de la región dependen de la capacidad de los gobiernos para enfrentar estos desafíos con firmeza y eficacia.