Por Francisco Tavárez
El presidente Luis Abinader ha dado un paso fundamental en busca de una respuesta unificada frente a uno de los desafíos más complejos que enfrenta la República Dominicana: la prolongada crisis en Haití. Al convocar formalmente a los expresidentes Danilo Medina, Leonel Fernández e Hipólito Mejía a una reunión de alto nivel el próximo 14 de mayo, el mandatario no solo demuestra voluntad política, sino también visión de Estado.
Más allá de las diferencias partidarias y las inevitables tensiones de la política interna, Abinader ha entendido que el drama haitiano no es un tema de gobierno, sino de nación. Las implicaciones sociales, económicas, migratorias y de seguridad que conlleva esta crisis demandan una estrategia consensuada y sostenida, que trascienda los períodos electorales y cuente con la legitimidad de las distintas fuerzas políticas que han conducido los destinos del país en las últimas décadas.
En sus misivas, el presidente reconoce las virtudes y experiencias de cada uno de los exmandatarios: la visión internacional de Leonel Fernández, el conocimiento práctico de Hipólito Mejía sobre la frontera y la economía rural, y la comprensión institucional y social de Danilo Medina. Se trata de un gesto que no solo honra a sus antecesores, sino que también les asigna responsabilidades acordes a su legado.
Esta convocatoria no resuelve, por sí sola, la gravedad del problema, pero abre una puerta valiosa para la construcción de una política de Estado frente a Haití. Una política que evite los extremos —ni indiferencia ni intervencionismo— y que ponga los intereses de la República Dominicana por encima del cálculo electoral.
El país necesita que sus líderes estén a la altura del momento histórico. La reunión del 14 de mayo puede ser el primer paso hacia una postura común que fortalezca la posición dominicana en los foros internacionales y garantice una respuesta coherente, firme y humana a una crisis que no admite más improvisaciones.
