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Por Francisco Tavárez
El Benefactor de la Mortalidad en la niñez Dominicana:
En un país donde las cifras de mortalidad infantil y neonatal se mantienen escandalosamente altas, el reconocimiento otorgado a Mario Lama, un funcionario que dirige hospitales con serios problemas en la atención neonatal, resulta más que cuestionable. La situación de la mortalidad infantil en República Dominicana no solo es un indicador preocupante, sino que también refleja profundas fallas en la gestión de la salud pública y una alarmante falta de responsabilidad institucional.
El Servicio Nacional de Salud fue reconocido con el premio “Benefactor de la Patria Neonatal”, que otorga la Sociedad Iberoamericana de Neonatología (Siben), por su apoyo en el desarrollo de programas educativos para mejorar la sobrevida de los recién nacidos en el país, a través del fortalecimiento de la calidad de la atención.
El reconocimiento a Lama parece insensible e irónico, especialmente cuando se han reportado situaciones tan lamentables como el hallazgo de cadáveres de bebés abandonados en cementerios y hospitales, un escándalo que debería haber encendido todas las alarmas y que, sin embargo, parece haberse diluido en el olvido. Con una mortalidad neonatal que casi duplica la media latinoamericana y una tasa de mortalidad materna que aumentó a 127 por 100,000 nacidos vivos en 2020, es claro que no estamos ante un sistema de salud que funcione adecuadamente para los más vulnerables: las madres y los recién nacidos.
El reconocimiento a un funcionario cuya administración ha sido testigo de decenas de fallecimientos en neonatales no solo parece desacertado, sino que también envía un mensaje de indiferencia y falta de rigor en la evaluación de los logros y responsabilidades de aquellos encargados de velar por la salud pública. Las cifras actuales no pueden justificar un premio; lo que realmente se necesita es una revisión profunda del sistema, que priorice el acceso a cuidados adecuados y seguros para los recién nacidos y sus madres.
Las estadísticas de mortalidad infantil en República Dominicana son desalentadoras. Según datos de la Encuesta Demográfica y de Salud (ENDESA) de 2007, la tasa de mortalidad en la niñez era de 36 por cada mil nacidos vivos, muy por encima de los promedios de la región y lejos de la meta de 21.7 que se planteó para el año 2015. La brecha sigue siendo amplia, y a pesar de los avances en cobertura de atención prenatal (98.9%) y de partos institucionales (97.5%), las tasas de mortalidad neonatal siguen siendo de 19.4 por mil nacidos vivos en 2019, el doble del promedio de América Latina. Las causas principales, como el distrés respiratorio y la sepsis, son tratables y prevenibles con recursos básicos, lo cual pone en evidencia una deficiencia grave en el sistema de salud pública.
Más allá de premios y reconocimientos, urge un compromiso real con la salud infantil en República Dominicana. La situación actual exige responsabilidad, autocrítica y una reestructuración de los recursos y las políticas públicas del sistema de salud. La mortalidad infantil es una tragedia que podemos y debemos evitar, y la responsabilidad debe recaer en quienes tienen el poder de cambiar esta realidad, no en quienes los premian mientras los indicadores siguen siendo alarmantemente altos.