¿Importa la asistencia del gobierno haitiano a la toma de posesión de Abinader?

Editorial Por Francisco Tavárez:

La negativa del gobierno de transición de Haití a la invitación del presidente Luis Abinader no es solo un desaire diplomático, sino una señal clara de la compleja relación que existe entre ambas naciones. La decisión de no asistir a la toma de posesión de Abinader, en parte debido al cierre del espacio aéreo entre ambos países, revela más de lo que aparenta a simple vista.

El rechazo de la invitación por parte de las autoridades haitianas ha sido utilizado como una oportunidad para hacer marketing político en su propio país, lo que subraya una vez más la delicada situación en la que se encuentra Haití. Este rechazo, comunicado a través de Radio Télé Métronome en su cuenta de X (Twitter), no solo refleja la tensión diplomática, sino que también plantea una pregunta crucial: ¿realmente importa su asistencia?

La respuesta es más compleja de lo que parece. Por un lado, la presencia de representantes haitianos en la ceremonia de toma de posesión podría haber sido vista como un gesto de buena voluntad, una señal de que, a pesar de las diferencias, existe un interés por mantener el diálogo y la cooperación entre ambos países. Sin embargo, la negativa de Haití podría interpretarse como una muestra de la profunda desconfianza y de los problemas internos que enfrenta su gobierno, que prefiere centrarse en sus propios desafíos en lugar de involucrarse en ceremonias diplomáticas en el extranjero.

Es momento de que nuestros líderes, políticos y el propio presidente Luis Abinader reconozcan que no podemos seguir perdiendo tiempo intentando mejorar una relación que, en las circunstancias actuales, parece no tener un camino claro hacia adelante. La realidad es que la relación con Haití ha sido históricamente complicada, y esta última acción solo reafirma la necesidad de que República Dominicana enfoque sus esfuerzos en otros ámbitos más productivos.

En conclusión, aunque la ausencia del gobierno haitiano en la toma de posesión de Abinader podría considerarse como un detalle menor en el gran esquema de las relaciones internacionales, es un recordatorio de que los desafíos que enfrenta Haití van más allá de lo que puede resolverse mediante la diplomacia tradicional. Es hora de que República Dominicana evalúe su enfoque y determine si vale la pena seguir invirtiendo en una relación que, por el momento, parece estar estancada en la desconfianza y la inacción.

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