La palabra héroe podría tener significados diversos. En su etimología se afirma que así nombraban los griegos a los semidioses o a los grandes hombres civilizados.
Actualmente lo definen como el que se distingue por sus cualidades o acciones extraordinarias, particularmente en una guerra. Apelando a esta definición surgida, supongo, del monitoreo constante de las acciones de los bien llamados héroes, pienso en lo gratificante que debía ser el reconocimiento público de un héroe. No importa si se le agrega el prefijo súper o se le otorgan poderes sobrehumanos como volar, mirada de rayos x, convertirse en agua, en piedra, fuego o cualquier otro elemento, sencillamente el mundo del heroísmo es fantástico.
Así como Estados Unidos tenía su Rambo, un héroe de carne y hueso que luchaba por causas justas, nosotros tuvimos a Jack Veneno, el hombre de pelo en pecho, el hijo de doña Tatica, el campeón de la bolita del mundo, el eterno ejemplo del bien ante la lucha del mal que representaba su opositor Relámpago Hernández.
Nos hubiese gustado recodar a Jack Veneno con la lozanía de sus mejores años cuyo sudor era un fertilizante que abonaba las sonrisas de niños y adultos haciendo crecer la magia por la fantasía de lo irreal, pero real porque lo hacía Jack Veneno, pero no fue así.
En sus últimas apariciones en diferentes medios de comunicación, al caminar, intentaba hacerlo con pasos que parecían firmes, pero en los que un observador atento reconocería los efectos de los temblores de las piernas en el equilibrio del cuerpo.
Sólo al escucharlo entendía uno que el destino del héroe es regresar a la cantera original de donde surgió para entonces volver a amasar su mortalidad, preferiblemente ejerciendo una ciudadanía ejemplar más allá de los escenarios, de las luces apagadas y los aplausos cerrados de quienes vitoreaban cuando en la tertulia no comía salami, señal de que ese día luchaba Jack Veneno.
Sentado en sus remembranzas narraba su epopeya, haciendo un uso adecuado de caminos y travesías del cerebro que nos sería imposible reconstruir y describir con precisión. Contaba aquel episodio en que peleó con Rick Flair y la intervención de Relámpago Hernández que le aguó la fiesta quizá haciéndole soltar un ¡coño, carajo! que despertaban los sentimientos a flor de piel de una fanaticada que idolatraba a este héroe de carne y hueso.
Al narrar ese episodio la melancolía de la cara expresaba abiertamente la determinación de las palabras.
Hoy ha muerto Jack Veneno, un hombre que lloraba su pasado, ocupado en pegar fragmentos de sus propios sueños, guardados en la mancha del interior profundo del alma.
Qué hermoso es hurgar en tus aportes y ver que en tu pasado no se encuentran ningún hecho del que nadie pudiera avergonzarse pues tu pasión por darte a los demás fue la forjadora de una fe de gladiador.
Para nosotros el cielo se ha hecho suave como el perdón y hoy te acoge para predicarle al olvido que jamás morirás y otorgarnos el derecho de saber que nos dejaste un valor jamás comprado con el dinero: el ser un ente de fe y de esperanza más allá de la angustia, de los recuerdos, de la pobreza y de la riqueza. Sencillamente en todo amaste y serviste.
Hoy te reúnes de nuevo con Relámpago Hernández y en el lugar donde están ya no es necesaria la lucha entre el bien y el mal porque allí solo mora el bien, de lo que sí estamos seguros es de que ahora tendrán mucho de qué hablar y reírse en una cartelera sin cuartel, a más de una caída, sin límites de tiempo y sin empate. Hasta luego nuestro héroe, gracias por tanto y por ti.