A treinta días del fatídico suceso que estremeció al país, el dolor sigue latiendo con la misma intensidad en los corazones de los familiares de las 233 víctimas que perdieron la vida en la tragedia del centro nocturno Jet Set.
La angustia, el desconcierto y la exigencia de justicia se han convertido en parte del día a día de quienes aún no logran cerrar el ciclo de una pérdida abrupta e irreparable.
En el día de ayer el Ministerio Público finalmente procedió a incautar el inmueble en ruinas en busca de esclarecer las condiciones que permitieron que un evento de esta magnitud ocurriera en un establecimiento que según el mismo propietario del establecimiento, Antonio Espaillat, no cumplía con varias normativas de seguridad.
Hasta la fecha, se han interpuesto alrededor de 40 querellas formales contra el propietario del lugar, quien permanece bajo investigación.
“No descansaremos hasta ver justicia. No solo perdimos a nuestros seres queridos, también perdimos la confianza en un sistema que permitió que esto ocurriera”, declara entre lágrimas, Mercedes Díaz, madre de una de las víctimas.
Sacerdotes católicos también se unieron en clamor exigiendo en conjunto a la sociedad respuestas, pero también acciones concretas que garanticen que una tragedia como esta no vuelva a repetirse, debido a que el dolor no prescribe.