Por: Yolaine Vásquez
SANTO DOMINGO.-A solo minutos del Aeropuerto Internacional de las Américas, la principal puerta de entrada del turismo en el país, La Caleta se ahoga en el polvo y el olvido.
Sus calles, desnudas de asfalto y cubiertas por una nube de tierra constante, son el reflejo de una comunidad que, a pesar de su ubicación estratégica, ha sido relegada al abandono.
En 2021, el gobierno, a través de Aerodom, anunció un presupuesto millonario para asfaltar sus vías. Tres años después, las calles siguen siendo un desierto polvoriento. Los residentes, cansados de promesas incumplidas, se sienten engañados. “Nos dijeron que nuestra comunidad cambiaría, pero lo único que ha crecido es la desesperanza”, afirma Elvin Mota, líder comunitario.
La inseguridad es otra sombra que acecha a La Caleta. Sin iluminación en sus calles, la delincuencia se ha apoderado de la zona. Los asaltos son el pan de cada día. “Aquí la policía solo aparece cuando hay protestas, pero cuando nos están atracando, nunca están”, denuncia Elizabeth Escobosa Guzmán, miembro de la Junta de Vecinos.
La Caleta no solo es hogar de miles de familias, sino también de una de las zonas francas más grandes del país, industrias clave y un puerto comercial. A pesar de eso, sus habitantes viven sin agua potable, sin hospitales cercanos y sin calles transitables. Un panorama absurdo para un municipio que genera riqueza, pero no recibe nada a cambio.
Mientras turistas y empresarios aterrizan en el aeropuerto y recorren autopistas recién asfaltadas, a pocos kilómetros de allí, La Caleta sigue cubierta de polvo y promesas rotas. Sus residentes no piden lujos, solo lo básico: calles dignas, seguridad y la atención que llevan años esperando.