Es importante señalar que Haití es el único país de América Latina que ha tenido 20 gobiernos en los últimos 35 años y eso es un claro indicador de la inestabilidad que a su vez explica el atraso en términos socioeconómicos que ha convertido ese país en el más pobre de América Latina y está dentro de los primeros lugares a nivel mundial.
En la actualidad la crisis obedece a que el Presidente Jovenel Moïse, debió entregar el poder el 07 de febrero pasado, pero, según el Mandatario, su período concluye en el 2022 ya que él se juramentó en el 2017, un año después de lo que se suponía por las irregularidades y protestas que llevaron a repetir las elecciones de 2015.
Por esa situación los dominicanos siempre nos hemos referido a Haití como una amenaza para la estabilidad económica nuestra. Es importante aclarar que en términos militares nuestro país vecino no representa una amenaza para nosotros, pero en términos sociales sí.
Para que tengamos una idea, las cifras oficiales establecen que tenemos 751,080 residentes haitianos, pero estas estadísticas no contemplan los que están de forma ilegal que suponemos son el doble.
Hay muchas áreas en las que los haitianos han desplazado a la mano de obra dominicana: en el turismo, la construcción, incluso en la economía informal.
No significa esto que tengamos algo en contra de los haitianos, sino que los dominicanos no tenemos la capacidad para poder crear empleos de calidad, de hecho, el porcentaje de jóvenes sin empleos que tenemos en el país es sumamente elevado.
Según el último censo dominicano el 62% de nuestra población es joven, de ese porcentaje el 55.3% se encuentra desempleada, mientras que solo el 44.7% labora (ya sea en un trabajo formal o informal), según un informe de la OIT publicado hace dos años. El 17% de ella ni estudia, ni trabaja, ni está buscando trabajo, mientras un 6%, a pesar de no haber estudiado, si busca trabajo. De todos los países situados en América Latina y El Caribe, la República Dominicana es la que cuenta con la tasa de desempleo juvenil más alta, siendo esta de un 30%.
A esa migración masiva de haitianos también debemos sumar los hermanos venezolanos, chinos, y de otras nacionalidades.
Los dominicanos somos quienes aportamos y producimos para el PIB, incluyendo los que están fuera del país. Es con nuestros recursos que se financian los hospitales donde acuden decenas de autobuses de mujeres haitianas que vienen solo a parir como parte de una mafia que se dedica a traer mujeres a esos fines.
Secuestraron siete religiosos católicos lo que condujo a la Iglesia a unirse de forma activa a la protesta llamando a paro de labores. La situación social de Haití es grave, la crisis económica que viven es difícil y no puede ser República Dominicana quien asuma ese peso, para ello es importante que la Comunidad Internacional juegue el rol que le corresponde.