La cumbre es una iniciativa virtual que reunirá a 110 países para debatir sobre los desafíos que plantea el autoritarismo. También la mejor manera de combatir la corrupción y la defensa de los derechos humanos.
Esta cumbre es una promesa de campaña de Biden, quien ha llamado a defender la democracia en un contexto global de amenazas a la misma.
El objetivo de Biden es que quienes participan en la cumbre alcancen compromisos para enfrentar retos compartidos, respetar los derechos humanos y combatir la corrupción.
Pero a pesar de ser una cumbre por la democracia no todo es perfecto como la misma democracia en esta cumbre. Biden solo invitó a los países que les son afectos y en los que entiende se respeta la democracia dejando fuera otros países.
Desde su anuncio el pasado mes de agosto, la idea no ha dejado de suscitar polémica. Es controvertida por lo que subyace en la confección de una lista que divide entre buenos y malos al mundo. Que si alguna vez pudo interpretarse en términos binarios, ese tiempo queda muy lejos, pero sobre todo por quiénes quedan dentro y quiénes fuera.
¿Brasil, Irak y Filipinas? Que pasen. ¿Turquía, Rusia y Egipto? No están invitados. Tampoco Irán, Corea del Norte, Arabia Saudí, Honduras, Bangladés, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Marruecos, Haití, Venezuela, China o Cuba.
Si bien la Casa Blanca ve con inquietud los retos a la democracia en esos países, «no son dictaduras propiamente. Sí tienen gobiernos corruptos y todo lo demás, pero hay otros gobiernos corruptos que están incluidos» en la lista.
Por lo que se observa el criterio para la escogencia no es donde haya democracia y no exista corrupción. Lo que aparentemente ha primado es el nivel de alineamiento que se tenga con Estados Unidos como en la Guerra Fría.
Pekín molesto tanto por su exclusión como por la invitación de Taiwán, respondió con un documento titulado China, una democracia que funciona. En este documento presume de sus credenciales como Estado de derecho, pese a décadas en contra, y dice que no hay un modelo fijo de democracia. También duda de la validez de Estados Unidos, un país que ha demostrado estar polarizado en la respuesta a la pandemia, como árbitro en estos asuntos.
Evidentemente Cuba, Venezuela, Nicaragua tienen gobiernos de orientación socialista pero, ¿por qué excluir al Salvador? No sabemos si Bukele tendrá la respuesta.
Por Francisco Tavárez, el Demócrata.