Brasil decidió regresar a la derecha, una decisión que se afianzó cuando se descubrió la operación Lava Jato y el escándalo de Odebrecht. Entre los acusados se encontraba Lula Da Silva, principal motivo de dicha operación. En países donde hay institucionalidad la sociedad repudia la corrupción y los corruptos, por eso decidieron votar por un presidente atípico.
Jair Bolsonaro representaba el mal menor pues se tenía el dilema de si regresar al socialismo que representaba la corrupción o seguir por otro camino. El nuevo camino lo representaba un candidato que a pesar de tener un discurso misógino y racista, terminó ganando las elecciones. Esto significó que el país suramericano prefería votar por cualquier otro que no fuera el PT.
Hoy Brasil vive una de sus peores crisis en los últimos veinte años en medio de lo que ha implicado este regreso al populismo derechista. A inicios de la pandemia el presidente siguió a Donald Trump llegando a decir que no existía y que usar mascarillas era de tontos. Hoy día Brasil registra más de 17 millones de ciudadanos infectados y más de medio millón de muertes con cementerios abarrotados.
Ahora son muchos los millones de brasileños que pasaron de aplaudirle a odiarlo. Sobre todo después que también negó la vacuna y hasta prohibió a parte de su gabinete vacunarse.
Su manejo errado de la pandemia y la economía ha concitado el rechazo y la crítica de la población. Esta situación lo expone ante la posibilidad de un impeachment que pudiese dar al traste con su mandato antes de vencerle el tiempo. Por eso, buscando revertir esta ola de impopularidad ha buscado darle a Brasil lo único que les reconforta: una copa de fútbol. Procura organizar una Copa América que Colombia rechazó por las mismas razones que tiene Brasil: crisis económica y la pandemia.
También sumarle que el presidente Lula Da Silva, aparte de que se le restauraron todos sus derechos, le está haciendo una cruenta oposición.
Los brasileños añoran los tiempos de Cardoso, quien creó los cimientos para que ese país fuese hoy una potencia económica. Lula Da Silva le dio continuidad a esta obra sacando más de 30 millones de ciudadanos de la pobreza. Sin embargo el giro a la derecha con Bolsonaro ha sumergido al país en una profunda crisis, no solo económica, sino de salubridad.
La organización de la copa América podría ser uno de los peores errores de Bolsonaro porque esto podría convertirse en un catalizador de nuevos contagios.
En la búsqueda de revertir el descontento, no solo busca organizar la copa de fútbol, sino que ha dado credibilidad a la vacuna. Por ello ha hecho un acuerdo con China para fabricar su propia vacuna.
Expertos en epidemias e infecciones advierten que la Copa América puede contribuir a empeorar la situación, al generar más actividad y aglomeraciones. La ocupación de camas de cuidados intensivos supera el 80% en varias partes de Brasil, incluidas las cuatro subsedes del torneo: Brasilia, Goiás, Mato Grosso y Río de Janeiro.
Esta decisión podría ser un ardid que termine adelantando lo que quiere evitar.
Por: Francisco Tavárez, el Demócrata