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La ludopatía: un mal que crece en la República Dominicana

por La redacción

La ludopatía es conocida como la adicción a los juegos de azar. La Sociedad Española para el avance de la Psicología Clínica y de la Salud (SPECYS) la define como un trastorno adictivo caracterizado por comportamiento de juego desadaptativo, persistente y recurrente que lleva a malestar clínicamente significativo.

Muchas víctimas de ludopatía han sufrido pérdidas de trabajo, problemas de dinero, fraude, crimen o problemas en las relaciones familiares.

El psicólogo Mario Minaya establece que la ludopatía está dentro de las adicciones y que afecta el ánimo de la persona. (inicio del video).

La mayoría de afectados admiten que han perdido sus vidas en casinos y loterías y se lamentan por no buscar ayuda.

El sujeto pierde la libertad de discernir y el cerebro es sustituido por esa conducta tóxica. Ese cerebro al activar esa dopamina que hace que la vida tenga sentido se convierte en lo contrario y genera dependencia biológica.

La ludopatía en República Dominicana se ha generalizado a través de las bancas de apuestas tanto de loterías como deportivas y esta masificación incluye a la clase social más baja pues la alta suele irse a los grandes casinos alojados en los hoteles del país.

La República Dominicana cuenta con cuatro compañías principales de loterías autorizadas para promover en el país los juegos al azar, estas son: Lotería Nacional, Loteka, Leidsa y Loto Real.

Las otras son las bancas de apuesta deportiva, una modalidad de apuestas en la que se intenta predecir los resultados de una competición deportiva. La legalidad, la regulación y la aceptación general de estas apuestas deportivas varían, dependiendo a su vez del tipo de apuesta y en qué tipo de deporte.

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Desde la promulgación de la Ley 139-11, que regula las bancas, casinos y juegos de azar, el número irregular de estos establecimientos se ha triplicado, partiendo de que las que operan con permiso son 30,750. Sin embargo, estimaciones conservadoras de los “banqueadores” ubican la cantidad en poco más de 100,000, pudiendo llegar a las 120,000 en todo el territorio nacional.

Un informe entregado a la prensa por la Federación Nacional de Bancas de Lotería (Fenabanca) describe, a manera de admisión de que existe un caos, que “la situación del sector bancas (de loterías) en el país está fuera de control. Ya se colocan bancas por cada rincón; ya no importa si está frente a una escuela o una iglesia, ya en el país quedan pocos colmados, ferretería, farmacias, supermercados y vendedores ambulantes con verifone que no estén ofertando lotería por doquier”.

En medio de este reportaje tuvimos una conversación con un dueño de bancas ilegal y él nos manifestó que podía mantener la operación de su banca gracias al pago irregular que le hacían a los inspectores del Ministerio de Haciendo.

 

Hace referencia en su testimonio a la Operación Calamar en donde se relata que ellos pagaban hasta tres mil pesos (3,000.00) mensuales. Esta cantidad puede parecer ínfima, pero cuando se calcula por más de 70 mil bancas ilegales suman un gran dinero. 

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En un artículo publicado en el periódico El Dinero bajo la firma de Jairon Severino se establece que por cada escuela pública que hay en República Dominicana existen 154 bancas de lotería por cada centro educativo, partiendo de que el Ministerio de Educación contabiliza los planteles en 7,348 en todo el país.

Respecto a esto el sociólogo Rafael Álvarez entiende que «esta proliferación de bancas surge en la medida que el gobierno asumió la iniciativa de pagar la deuda pública con los juegos de azar, una práctica que la formalizó Hipólito Mejía en el año dos mil cuando al no poder imponer una reforma fiscal decidió convertir la deuda en bonos soberanos y los intereses, en sus propias palabras, se pagaría con los juegos de azar».

El sector educativo del Estado emplea a 180,000, entre docentes y personal administrativo, mientras que los “banqueadores”, según sus datos, emplean a aproximadamente 72,000 personas. Hay un déficit de alrededor de 3,000 docentes.

Rafael Johnson, director de la fundación Fénix, explicó que hay varios grados en la adicción al juego, uno de ellos es el episódico, que se identifica cuando una persona cumple los criterios diagnósticos en más de una ocasión, si bien los síntomas se apaciguan durante varios meses, por lo menos en período de preocupación, es decir, cuando la persona juega cada tres meses, pero que es persistente. La adicción es leve cuando cumple de cuatro a cinco de los criterios; es moderado cuando cumple seis o siete, y es grave cuando lleva de ocho a nueve criterios. “Las personas con este trastorno se deben ingresar cuando están en el criterio leve”, dijo.

El doctor Minaya agrega que con la ludopatía se pierden la capacidad, la libertad de amar y la inteligencia que es lo que nos define como ser humano.

Según el Ministerio de Salud Pública de la República Dominicana el 60% de población femenina juega más a las loterías, pero en menor proporción de dinero con relación a los hombres; mientras estos apuestan a juegos deportivos.

Las bancas de lotería en la región

El avance de los juegos de azar en América Latina ha sido muy significativo en las últimas dos décadas. Estudios recientes establecen que el gasto per cápita anual en la región está en US$250. Las variantes son muy amplias: loterías, quinielas, bingos, lotos, casinos, caballos y en los últimos años con la proliferación de las máquinas tragamonedas.

Mientras algunos expertos aseguran que los juegos de azar crecen con las crisis económicas recurrentes de la región, los datos más recientes dan cuenta de que, a la par de la recuperación económica regional, la pasión por el juego se multiplica.

Según reporta Infobae, la sofisticación de los ingleses que apuestan hasta el color de ropa que lucirá la reina en su próximo cumpleaños, está lejos de lo que ocurre todavía en Latinoamérica, donde todavía se acostumbra a pasar por la agencia de lotería, ir al bingo o al casino.

En países como Argentina, Colombia, Venezuela, Brasil, México y Chile se ha detectado un notable crecimiento del juego y el desarrollo de una industria que moviliza alrededor de US$100,000 millones anuales en toda la región, y poco más de US$500,000 millones en todo el mundo.

En Estados Unidos las cifras oficiales hablan de US$50,000 millones al año, la mitad de América Latina, pero las estimaciones sobre el juego clandestino elevan la cifra al doble, muy parecido a lo que sucede en República Dominicana. Las agencias de apuestas se han multiplicado, y eso puede percibirse en las zonas suburbanas de las grandes ciudades como Buenos Aires, San Pablo, Bogotá o Caracas.

Estimaciones privadas aseguran que en Argentina se destinan alrededor de US$700 millones anuales al mercado de las apuestas, mientras que Venezuela alcanza los US$1,000 millones y Chile es el de menor volumen con US$200 millones al año.

Efectos de la ludopatía en República Dominicana

En República Dominicana el 19 % de los suicidios registrados están relacionados a trastornos de ludopatía o adicción a los juegos de apuestas o azar. La adicción a jugar es tan grave que con frecuencia el 85 % de los jugadores adictos o ludópatas, piensa en la muerte una vez se ve envuelto en deudas que no puede afrontar, y por lo general el 49% del total piensa seriamente en la muerte. Aunque en el país no se tienen datos precisos, diversas fuentes revelan que a nivel mundial cada año tres millones de adultos se vuelven apostadores patológicos.

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Según el siquiatra Rafael Johnson, el ludópata no solo se hace daño a él mismo, sino que daña grandemente a la familia, ya que desarrolla características negativas como la manipulación y la deshonestidad, lo que al final termina desmembrando el núcleo familiar.

Johnson sostiene que los problemas que conducen a un jugador patológico giran en tres aspectos importantes: personal, que es donde el individuo pierde contacto por la magnitud del problema; pierde contacto en su entorno, es decir, llegan a perder su familia, y pierde totalmente el contacto con la comunidad, porque llegan a un momento en que pueden incurrir en faltas graves.

“La magnitud de las deudas, ni siquiera ellos mismos la contemplan como una falta enorme, por eso, la persona ludópata tiene un nivel de tolerancia muy bajo, incurre en faltas graves, inclusive lo último que pierde el ludópata es su actividad laboral, pero llega un momento que cuando pierde su trabajo, se mete en deudas que no puede cubrir”, dijo.

El trastorno de los juegos patológicos se desarrolla a través de varios factores, en el cual entra la genética. La descendencia de un ludópata, donde más se expresa la genética es de abuelos a nietos; regularmente los hijos de los adictos a los juegos de apuestas sufren mucho y son personas que pueden desarrollar trastornos de ansiedad y depresivos por la inestabilidad emocional con que viven.

Esto también lo sostiene Mario Minaya cuando afirma que en relación a la ludopatía está establecido por genética cómo el comportamiento que nosotros realizamos está asociadas a conductas y una de ella es la depresión, el alcoholismo y ahí entra la ludopatía. Una familia puede transmitir la ludopatía, así como se hereda un cáncer, una condición genética.

En el testimonio que ofrece un exadicto al juego él señala que comenzó a jugar a los 17 años de edad porque en su familia jugaba todo el mundo y además sus padres se dedicaban a la venta de lotería.

Sin embargo, el psiquiatra señala que para que una persona pueda salir de esa enfermedad, la familia es clave, ya que desarrolla uno de los problemas paralelos importantes que es la codependencia.

“Ante un miembro ludópata, la familia tiene que mantenerse con un discurso monolítico, firme, es decir, buscarle ayuda tratando de no pagarle sus deudas, porque si se las paga va a continuar con el juego”, indicó.

Sobre esto es evidente que se debe tratar más y abordarse mejor porque en el caso del exadicto lo que nos narra es que su familia lo abandonó, su esposa se fue con los niños a casa de sus padres dejándolo prácticamente en la calle.

Hay que trabajar en la prevención y en los tratamientos con las personas que tienen este trastorno, porque el 50% del problema del juego patológico es heredado de la familia, sostuvo Johnson. Así que también se impone un trabajo importante en el hogar para poder reducir la adicción a los juegos que, al menos en República Dominicana, ha ido en aumento.

Minaya entiende que como sociedad no hemos trabajado el concepto de enfermedad para saber cuándo una cosa que fue divertida pasa a ser dolorosa.

El juego de azar se lleva lo más importante de un ser humano que es el tiempo y el tiempo es la vida.

Por eso la persona debe entrar en una conciencia de enfermedad, observar lo que te está diciendo el entorno para que sepa cómo se puede estar reproduciendo la enfermedad, no seguir creyendo en el azar porque la vida organizada y planificada es lo que da resultados.

Toda la comunidad debe ser un ente cuidador y protector donde a los niños no se les exponga tanto a esos juegos de azar porque no se toma en cuenta el daño que esto puede provocarle a una sociedad. Cualquier tipo de adicción contraviene la dignidad de la persona humana.

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