Algunos medios, incluyendo los nuestros, dijimos que en esto había un componente militar. Esta afirmación, de alguna manera, fue confirmada por el presidente en una rueda de prensa. Dijo que uno de los agentes de seguridad se ausentó del lugar, por problemas de salud, y precisamente por ese lado se perpetró la acción.
Actualmente decidió entregarse a las autoridades una de las personas involucradas en el hecho, se trata de Luis Ángel Álvarez, de 20 años de edad.
Hasta el momento todo parece indicar que los culpables son dos buzos, o sea dos hermanos que viven de buscar desperdicios en la basura.
Los buzos son personas que viven de hurgar en cualquier lugar que se deposite basura objetos que aún tengan alguna utilidad para venderlos.
Esto nos pone ante una inquietud relevante. Resulta difícil creer que un atentado de esta naturaleza pueda ser realizado por dos jóvenes que viven de hurgar en zafacones.
Dos jovencitos que no cuentan con nada más que su pobreza para subsistir. No son miembros de partido político, tampoco militares, no tienen prontuario delictivos ni tienen un nombre y apellido sonoro.
El uso abusivo del recurso de la mentira al investigar hechos criminales nos ha llevado a no creer en nada de lo que nos digan. Puede ser que, quizás, estemos ante una de las pocas veces que se nos diga la verdad, pero cuesta creerlo porque siempre se nos miente.
Cuesta creer porque se protege al delincuente de cuello blanco y se encarcela a quien el cuello se le ha desgastado por el uso. Al que roba porque no tiene la comida del día y su único pecado es ser pobre.
Por eso, aunque la historia tiene sentido, cuesta creerlo porque al final los culpables son los mismos. Estamos ante una sociedad que convierte al villano en héroe y al verdugo en juez. El político marrullero se roba los fondos del Estado y jura por su madre que es un hombre honesto. El honesto se cuestiona si estará actuando bien o es un simple pendejo más porque no tiene el mismo reconocimiento que el ladrón. Hasta ahí nos han llevado, por eso cuesta creer.
Esa inversión de valores que se ha impuesto desde el mismo estado, es lo que nos hace dudar que dos buzos puedan cometer semejante hecho. Además que tampoco se llevaron los cables que supuestamente cortaron entonces ¿para qué lo hicieron?
Sobre este caso interrogaron a más de veinte personas, apresaron a dos de ellos, pero ahora resulta que fueron dos buzos. Ellos solitos sin la participación de ningún miembro de la seguridad, ni militares. Estaban buscando alambres y encontraron como entrar al aeropuerto. Dice Paulo Coelho en su obra el Alquimista, que cuando tienes un propósito en tu vida el universo conspira para que lo logres. Tal parece que eso sucedió con los dos buzos, se alinearon los planetas y las cámaras que debían grabar el hecho estaban dañadas.
El militar de turno se enfermó, no vio nada y todo se va a resumir a dos buzos que le dictarán 30 o 40 años. Creerlo cuesta y nosotros no lo creemos, por el contrario todo se nos parece a la misma historia de siempre buscar inocentes para proteger culpables.
Por: Francisco Tavñarez, el Demócrata.