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La pregunta de Sabrina no era una pregunta, sino una denuncia

Esa pregunta no es ingenua cuando se debe predicar con el ejemplo. ¿Por qué los funcionarios sus hijos no van a los hospitales públicas o a las escuelas?

Pero dicen en los medios que los servicios públicos son de calidad en este país, cuando para tratarse una sarna se van a Miami.

Posiblemente la pregunta parezca ingénua, pero no lo es aunque es importante aclarar que esto sucede no solo con los funcionarios de alto nivel.

Los técnicos distritales, regionales y nacionales del Ministerio de Educación tienen sus hijos en colegios privados en su mayoría. Independientemente del trabajo que realizan para mejorar la calidad de la educación ellos no creen en el sistema que defienden públicamente.

Y menciono a los técnicos porque estos son funcionarios de nivel medio y bajo. Los únicos que tienen a sus hijos en escuelas públicas son los maestros. Aunque es importante decir que también muchos maestros tienen sus hijos en colegios privados donde pagan cuotas módicas.

Los médicos, por lo general, no atienden sus hijos en hospitales, sino en clínicas donde suelen tener colegas que priorizan sus casos. Lo que se desprende de la pregunta de Sabrina Gómez es el desprecio por lo público cuando en otros países es lo de mayor calidad.

Por ejemplo, en países como México o Costa Rica las universidades públicas están ranqueadas como las mejores por encima de las privadas. Funcionarios de alto nivel suelen enviar sus hijos a ellas por el reconocimiento internacional que tienen.

Sin embargo, lo que sucede con las universidades no necesariamente ocurre con los hospitales, lo público siempre se ha visto con desmedro.

El Presidente tiene una universidad fundada por su padre, pero él ni sus hijas estudiaron ahí porque no está creada para su estatus económico.

La calidad del servicio de lo público de alguna manera revela la imagen y percepción que se tiene de quienes lo utilizan. Si hubiese un sentido de dignificar la vida de la gente empobrecida esos servicios fueran de mayor calidad.

Los servicios serán diferentes cuando cambie la percepción de la gente empobrecida. En ello hay un mensaje triste, pero mensaje al fín.

Por: Francisco Tavárez, el Demócrata