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En estos días el país ha experimentado los ataques feroces de la CIDH por la deportación de mujeres embarazadas a Haití. ¿Pero alguna vez se han preguntado los Derechos Humanos cómo entran a República Dominicana estas mujeres parturientas?
¿Se ha interesado los Derechos Humanos por la manera en como llegan aquí y como se produce ese proceso? ¿Su queja es solamente porque la deporten y no por como las traen?
Veamos este proceso partiendo de un informe que se ha filtrado a los medios para que tengan una idea del maltrato a que son expuestas. También los Derechos Humanos deben velar por eso porque en Haití también se les violan sus derechos.
Lamentablemente se trata de un negocio que incluye una componenda entre bandas haitianas y personas en este lado de la isla.
En Haití funciona una banda conocida como los “Poteas ó Potiá”, que se dedican al secuestro de personas, pero con otra modalidad y bajo perfil.
Los Poteas prestan dinero a las personas que desde Haití quieren cruzar la frontera con destino a territorio dominicano.
A su vez, los orientan por los caminos que pueden pernoctar y llegar a República Dominicana.
Igualmente, financian irregularmente viviendas, tierra, vehículos y otras propiedades a los interesados en emigrar a territorio dominicano en estatus migratorio ilegal.
Los Poteas exigen a los inmigrantes que una vez pisan suelo dominicano, tienen que comenzar a pagar lo adeudado. Para ello, tienen un personal de Haití residente en este país que se encarga de esa malsana tarea.
Muchos de los haitianos detenidos por miembros del Ejército e inspectores de Migración, ruegan que no los devuelvan a su país. Alegan que tomaron dinero prestado a Los Poteas (Potiás) y que se exponen a ser secuestrados hasta que no paguen sus deudas.
“No me devuelvan porque sé que me van a secuestrar allá (Haití), tengo una deuda que no puedo pagar a Los Potiás. Me van a secuestrar hasta que no salde”, proclamó Annita Pierre, mientras esperaba junto a otros de sus compatriotas para ser devuelta a su país.
“En los montes y caminos de Haití, por donde caminamos para cruzar a República Dominicana, los potiás nos violan sexualmente. Y si nos negamos, nos dan pelas con arbillas (correas) y ramas de árboles que les quitan las hojas para que nos duela mucho”. Dijo Julié Marcelin, otra inmigrante detenida por soldados e inspectores de Migración para ser devuelta a su país, junto a otros compatriotas en iguales condiciones.
Los potiás cobran tarifas más elevadas a las mujeres embarazadas que desean cruzar desde Haití hasta República Dominicana para dar a luz en hospitales criollos.
Los hombres se notaban tensos, pero muchas de las mujeres lloraban. Expresaban que al llegar a su país, la pandilla de Los Poteas que se dedica al tráfico de personas, drogas y otros ílictos, los secuestrarían. Y que no los liberarían hasta que no paguen el dinero que cogieron como préstamo para llegar a República Dominicana.
Muchas mujeres haitianas manifestaron que los traficantes de su país (poteas) en su trayecto para cruzarla a República Dominicana, cometen abusos incalculables. Tanto en contra de ellas y de niñas.
“En Haití en el camino, ellos (Los Poteas) nos cogen como si fuéramos burras y también a las niñas. Se hacen garante de nosotros, pero cuando las autoridades dominicanas nos apresan y nos repatrían hasta Haití, nos exigen pagos compulsivos de los adeudados.
Lo que nos preguntamos nosotros es lo siguiente ¿no conoce la CIDH esta situación? ¿Por qué no detener estos atropellos que también son violaciones a los Derechos Humanos?
Por: Francisco Tavárez, el Demócrata.