Por Francisco Tavárez (El Demócrata).
Las Dunas de Baní son uno de los lugares ecoturísticos más extraordinarios y emblemáticos de nuestro país. Bañadas por el mar y acariciadas por el viento, con su suave arena, se convierten en uno de los tesoros naturales del Caribe. Sin embargo, lo que representan no es suficiente a los ojos de nuestras autoridades, que han permitido su saqueo y destrucción. La explotación de las dunas es un secreto a voces que ha escalado de manera preocupante y lamentablemente, no ha recibido respuestas ni se han identificado responsables.
En otros análisis, he descrito la situación del cambio climático y cómo nos afecta como país. He alzado la voz y cuestionado la ausencia de las autoridades ante los abusos desenfrenados contra nuestros recursos naturales. Sin embargo, las últimas semanas han demostrado que la problemática medioambiental de la República Dominicana no se limita solo al robo de arena de nuestros ríos o a la quema de árboles endémicos; también están ocurriendo asesinatos de nuestros defensores ambientales. Esto quedó demostrado con la trágica muerte de Francisco José Ortiz, quien fue asesinado por tratar de impedir la extracción de arena en el cauce del río Tireo, en Constanza, La Vega.
Solo manos muy poderosas involucradas en la depredación de nuestras dunas podrían explicar el desinterés de todos los gobiernos en poner un freno a esta situación irresuelta. A la vista de todos, y con varias zonas afectadas por la extracción de arena para ser utilizadas en el área de la construcción, somos testigos de cómo nuestras dunas están desapareciendo.
Lo anterior se refuerza con los señalamientos del extinto exministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, quien mostró gran preocupación e impulsó algunas medidas para poner fin a la inminente desaparición de las dunas. Él mismo comunicó al país la preparación de un expediente que detalla las acciones ilegales llevadas a cabo en las dunas y que involucran a políticos y militares de los gobiernos del PLD y del PRM. ¿Dónde quedó esta investigación? ¿Por qué la Procuraduría Especializada de Medio Ambiente no ha enfrentado e investigado a estas personas? ¿Por qué la actitud de los gobiernos ha sido pasiva?
Solo hace falta que las autoridades pongan en marcha un plan de rescate, preservación y detención de los responsables de la extracción de arena. No olvidemos que las dunas están protegidas por la Ley Sectorial de Áreas Protegidas 202-04, pero han sido abandonadas y carecen de los equipos de seguridad y vigilancia necesarios. Tanto las autoridades actuales como las anteriores parecen no reconocer el valor que estas dunas representan como recurso natural para los dominicanos. Más que un simple atractivo turístico, estamos ante un tesoro que se está deteriorando y está próximo a desaparecer.
