México está de luto por un lamentable accidente ferroviario que dejó al menos 25 fallecidos y decenas resultaron heridas tras el desplome de un tramo de vía elevada de la línea 12 entre las estaciones de Olivos y Tezonco, en el sureste de la capital. Dos vagones del metro se desplomaron sobre una de las avenidas principales de la capital.
Este metro fue construido hacen aproximadamente diez años como una manera de paliar el enorme gasto de la población más empobrecida en transporte, sin embargo, las personas afirman que lo sucedido se veía venir porque, la conocida como «línea dorada», presentó innumerables fallos y deficiencias en su funcionamiento desde su inauguración hasta la fecha, por eso este horrible incidente ha provocado dolor e indignación en toda la población.
Aunque la directora del metro, Florencia Serranía, aseguró que la última revisión de enero de 2020 no mostró anomalías en este tramo, miles de mexicanos acusan a las autoridades de una posible negligencia en la construcción y exigen responsabilidades al gobierno, que ya anunció una investigación con la colaboración de expertos independientes internacionales.
Ante la queja de la ciudadanía el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho que «El pueblo de México tiene que conocer toda la verdad, no se les va a ocultar nada», junto al canciller Marcelo Ebrard, quien era jefe de gobierno de la capital cuando se inauguró esta línea de metro en 2012 y que se ha vuelto centro de las críticas.
Es una tragedia que ha sacudido a todo México y el mundo se ha hecho eco de esta lamentable situación. Se ha pedido evitar especulaciones y esperar los resultados del peritaje externo sobre el accidente. Por otro lado, la promesa que hace el presidente carece de sentido porque se supone que la investigación de un accidente ferroviario no tiene por qué ocultar nada.
En cualquier investigación, de la índole que sea, lo que corresponde es decir toda la verdad, no se puede ocultar nada, decir la verdad es la única opción de manera que estas son promesas que están fuera de lugar, aunque, quizá, lo hace por calmar a una población que advirtió que podía llegar el lobo y pareciera que solo las autoridades no lo vieron y ha de suponerse porque ellos no circulan en transporte público.
Si no hay un atentado terrorista ni una amenaza, si ha habido algún fallo de ingeniería en la obra el peritaje tiene que arrojarlo, por consiguiente, no es necesario formular este tipo de promesas cuando la institucionalidad debe obrar para determinar si hay consecuencias y responsables en este tipo de eventos.
Es un hecho muy lamentable y hay que mirarse en este espejo; ojalá que en República Dominicana pongamos ojo para que también el metro se mantengan en perfectas condiciones, se realicen operaciones de mantenimiento con frecuencia y poner atención a las quejas de los usuarios pues, todo parece indicar, que lo de México pudo haberse evitado con simplemente escuchar más a la población y atender sus necesidades.