Lo que necesita Haití para salir adelante

Este mini relato es una síntesis de un artículo más extenso que publicó el periódico más importante de Haití que es el Nouvelliste. Por un problema histórico cualquier análisis que hagamos desde RD pudiera mal interpretarse y por eso asumimos esto que publica el prestigioso medio haitiano.

Desde la independencia en 1804 hasta hoy, Haití ha experimentado un tsunami, 22 terremotos, 28 huracanes, incluidos 24 en el sur de la península. También 23 grandes inundaciones, períodos de sequía, sin mencionar las epidemias que han causado miles de muertes y discapacitados.

El sufrimiento que ha vivido Haití ningún número o indicador puede medirlo. A esto hay que agregar los desastres provocados por la actividad humana dentro de los 27,750 kilómetros cuadrados, en particular la deforestación y sobreexplotación. Tanto de las costas y la presión sobre los manglares de las costas marítimas.

El terremoto del 12 de enero de 2010 mató a más de 200.000 personas y causó daños estimados en el 120% del PIB anual. La evaluación de las necesidades posteriores al desastre estimó el valor total de los daños y las pérdidas en US $ 7,804 mil millones.

Este desastre le siguió a las tormentas Fay y Gustav y al huracán Ike dos años antes, cuyos impactos se estimaron en el 15% del PIB. El terremoto del 14 de agosto de 2021 seguramente causará menos muertos y heridos, pero retrasará el desarrollo del sur de la península. Lo aumentará por varios años con graves consecuencias sanitarias, sociales y económicas.

A todo esto hay que agregarle la situación sociopolítica de Haití. El país se encuentra sin un gobierno electo, sin un parlamento y con la más alta autoridad judicial disfuncional. Haití ya tiene el índice más alto de vulnerabilidad a ciclones de cualquier pequeño estado insular en desarrollo. Esto hace que sea más difícil prepararse para responder a los diversos riesgos que enfrenta.

 Aproximadamente el 96% de la población vive con la amenaza constante de dos o más peligros importantes. Las instituciones cuya misión es atender desastres carecen de supervisión, financiamiento y especialmente de regulación. 

No existe un marco de coordinación institucional que defina claramente los roles y responsabilidades del gobierno, las autoridades locales, las organizaciones no gubernamentales. El sector privado, las asociaciones profesionales, la academia, las organizaciones comunitarias frente a estas vulnerabilidades. 

Ningún país puede coordinar eficazmente una respuesta si la preparación ante riesgos no se ha coordinado antes. Haití ya no puede improvisar y esperar más para institucionalizar mecanismos intersectoriales para la reducción de riesgos y desastres, para mayor impacto, trazabilidad y transparencia. 

Existe una necesidad urgente de regular la gestión de la ayuda internacional y los recursos nacionales para este propósito. Formalizar el mapeo de riesgos, sistemas de alerta temprana y programas de educación sobre riesgos y desastres. A ello hay que sumar las leyes y normativas relativas a la edificación y construcción, la gestión de recursos naturales, costas, canteras, etc.

El otro aspecto que se debe incluir es el de la salud mental por las secuelas que dejan en las víctimas la pérdida de familiares.  Otros pierden sus propiedades económicas, sus casas, negocios, y no existe una manera de acompañarles en su dolor.

A pesar de todas las demás causas agravantes que afectan a todos los grupos de edad, incluidos disturbios políticos, secuestros, violencia de pandillas, etc. La pandemia de Covid-19, sin mencionar la extrema precariedad económica de las familias que les imposibilita el acceso a un profesional de la salud mental.

Haití necesita mucho más que misiones e invasiones: necesita ayuda en todos los órdenes.

Por: Francisco Tavárez, el Demócrata.

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