Hay un dicho muy famoso que dice a las tres es la vencida. No entraremos en los orígenes del dicho porque no es el sentido de este escrito. Solo nos sirve de plataforma para analizar lo sucedido con Keiko Fujimori y sus aspiraciones a la presidencia de Perú.
Keiko es la hija mayor del expresidente Alberto Fujimori. Él gobernó desde el 28 de julio de 1990 hasta la vacancia por incapacidad moral declarada por el Congreso el 21 de noviembre de 2000.
Keiko se ha presentado a las elecciones presidenciales en tres ocasiones: 2011, 2016 y 20221. En todas ha logrado llegar a la segunda vuelta perdiendo en cada una de ellas. Pareciera que para la candidata que aspira a ser la primera mujer que dirige a Perú la tercera no será la vencida.
Se debe reconocer que en las tres ocasiones ha perdido por márgenes muy estrechos. Fujimori perdió en 2016 frente a Pedro Pablo Kuczynski, un economista conservador, pero nunca digirió aquella derrota.
Su hermano Kenji dijo en un programa de radio, que ella iniciaba las reuniones recordando a sus congresistas que le habían robado las elecciones. Aunque nunca tuvo prueba de ello como sucede en la actualidad que también acusa de fraude sin soporte documental que lo prueben.
Tiempo después Fujimori echó mano de su mayoría en el Congreso para destituir a Kuczynski y a su sucesor, y a otros ministros. El país vivió un quinquenio de inestabilidad.
Esta vez la pérdida de Fujimori puede tener consecuencias legales que a todas luces busca evitar con la inmunidad que otorga la presidencia.
Tras dos años de investigación, Fujimori fue señalada dentro de la operación Lava Jato, uno de los casos de corrupción más grandes de América Latina.
Es un escándalo que ha salpicado a gobernantes de casi todos los países de la región. Un fiscal denunció ante un juez a Fujimori y a una treintena de personas de su entorno partidario y familiar por lavado de activos. También la acusó de organización criminal y obstrucción a la justicia, entre otros delitos.
Los fiscales llegaron a pedir la disolución del partido, al considerarlo una banda criminal, pero el juez no lo aceptó.
También se le acusa de haber recibido millonarios aportes de Odebrecht para sus campañas de 2011 y 2016. También de un importante grupo financiero peruano sin haber declarado dichos fondos a las autoridades electorales y evadiendo las regulaciones del sistema bancario.
El monto entregado por Odebrecht fue de 1,2 millones de dólares. El proceso está en la fase previa al inicio del juicio oral. Ella ha negado todos los cargos. Lo que no queda claro es cómo una persona con procesos judiciales abiertos termina aspirando a la presidencia.
Parece que es un fallo de nuestros sistemas electorales. Aquí, en República Dominicana, se le permitió aspirar a un senador estando en medio de un juicio por el caso Odebrecht.
Actualmente Fujimori, quien había prometido respetar los resultados, ahora alega un fraude y pide a sus seguidores mantenerse en las calles.
Por: Francisco Tavárez, el Demócrata.