Luis Abinader y su nuevo gabinete: ¿Una estrategia diferente o un riesgo calculado?

Editorial Por Francisco Tavárez: 

Al iniciar esta nueva etapa de su mandato, el presidente Luis Abinader ha adoptado un estilo de gobierno que marca una ruptura con las tradiciones de sus predecesores, desde Joaquín Balaguer hasta Danilo Medina. A diferencia de estos líderes, quienes tendían a anunciar sus decretos de manera contundente y definitiva, Abinader ha optado por un enfoque más dosificado y quizás, estratégico.

En los gobiernos anteriores, especialmente durante los mandatos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), era raro que figuras clave, como los miembros del Comité Político, fueran removidos de sus cargos. Esto generaba una cierta previsibilidad en la administración pública, donde la lealtad política a menudo se traducía en estabilidad en los puestos de poder.

Sin embargo, Abinader ha introducido una dinámica distinta. Su gabinete incluye a personas sin vínculos políticos directos, algo que ha dejado fuera a destacados cuadros del Partido Revolucionario Moderno (PRM), quienes esperaban ocupar posiciones influyentes en el gobierno. Nombres como los doctores Eddy Olivares y Esquea Guerrero, el ingeniero Ramón Alburquerque, y el doctor Guido Gómez Mazara, todos ellos figuran de peso dentro del PRM, han quedado fuera de la estructura gubernamental en este relanzamiento.

Este cambio en la selección del gabinete plantea interrogantes sobre la estrategia de Abinader. ¿Está priorizando la competencia técnica sobre la lealtad partidaria? ¿Busca evitar la politización excesiva de su gobierno en un intento de ganar credibilidad y apoyo más allá de su base política? O, por el contrario, ¿corre el riesgo de alienar a las bases del PRM, que pueden sentirse marginadas por la falta de representación en los altos niveles del poder?

Abinader parece estar apostando a que un gabinete compuesto por técnicos y profesionales sin ataduras políticas puede ser más efectivo para enfrentar los desafíos que enfrenta el país. Pero esta decisión también podría crear tensiones dentro de su partido, donde muchos pueden ver esta estrategia como una traición a los militantes que han trabajado para llevarlo al poder.

El éxito de este enfoque dependerá en gran medida de los resultados que su gobierno logre en los próximos meses. Si este nuevo gabinete es capaz de implementar reformas efectivas y continuar con el crecimiento económico que ha caracterizado su primer mandato, Abinader podría consolidar su posición como un líder que prioriza el bien común sobre las lealtades partidarias. Sin embargo, si las tensiones internas se intensifican y los resultados no se materializan, su estrategia podría ser vista como un riesgo que no valió la pena tomar.

En definitiva, el relanzamiento del gobierno de Luis Abinader con este nuevo gabinete es una apuesta audaz. Solo el tiempo dirá si esta mezcla de estilos y la inclusión de figuras sin vínculos políticos directos lograrán fortalecer su administración o si, por el contrario, generarán divisiones que podrían complicar su gestión en los años venideros.

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