Mercado binacional de Dajabón sigue su rutina ajeno a la cercanía de comicios dominicanos

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SANTO DOMINGO.-El paso limítrofe dominicano de Dajabón, en la frontera con Haití, vive este viernes el característico revuelo del mercado binacional, con miles de haitianos que cruzan a República Dominicana para adquirir artículos que escasean en su país, pero también a vender sus productos.

La proximidad de las elecciones presidenciales y legislativas que este domingo se celebrarán en República Dominicana no altera lo más mínimo la rutina de este tradicional mercado, para el que, según dijeron a EFE fuentes de las fuerzas de seguridad dominicanas, pueden llegar a entrar en un día desde Haití hasta 30.000 personas.

Horas antes de que a las 8 de la mañana locales se abra el paso fronterizo, el más concurrido de todos los que existen entre los dos países, miles de haitianos hacen fila del otro lado para poder entrar en Dajabón, aprovisionados de bolsas, maletas, carretillas (…) en las qué cargar las mercancías y cruzar de nuevo a su país antes de que a las 5 de la tarde vuelva a cerrarse el portón.

En el lado de República Dominicana al menos unos 150 militares participan este viernes en las labores de vigilancia de los miles de haitianos (en una fila hombres, en otra mujeres y en el medio quienes van con carretillas o motocarros), que en muchas ocasiones entran corriendo, atropelladamente y arrollándose, y recorren el mercado en busca de la mercancía que desean adquirir. Pese a ser preguntados, rehúsan hablar con la prensa.

Sí habla con EFE Lucio Pérez, de 75 años, un empresario dominicano de mototaxis quien afirma que «el Gobierno no quiere dejar pasar ni con visa ni con pasaporte, cosa que nunca se había dado aquí» y explica que mucha gente, con su documentación, «viene a comprar y vuelve a sus casas» con sus mercancías para negocios o para uso propio.

Asegura que ello beneficia también a los dominicanos («todo el mundo busca su dinero, los comercios, los ‘motoconchos'», dice) y destaca que, cuando no está el mercado abierto, «no pasa nada, hay un pasajero de casualidad… ‘caballaíta pasa, caballaíta’ (poco movimiento)».

 

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