México y su Nueva Presidenta: ¿Qué Podemos Esperar?

Por: Francisco Tavárez (El Demócrata)

Claudia Sheinbaum es la nueva presidenta de México. En los últimos años, la figura de una mujer en este rol no es extraña; países como Costa Rica, Chile, Brasil, entre otros, han sido liderados por mujeres que, en mi opinión, se han caracterizado por sus luces y sombras. 

Estas gestiones presidenciales han reafirmado que no se llega a tener programas de gobierno exitosos y realizables por ser mujer, sino por la capacidad de liderazgo, la eficiencia del equipo que las acompaña y la ejecución de las iniciativas prometidas en las campañas electorales.

El caso mexicano es particular. Estamos hablando de una candidata judía en un país donde la mayoría de la población es católica, con una cultura evidentemente machista. 

Su principal reto, además de la violencia, es marcar distancia de su mentor, el expresidente Andrés Manuel López Obrador, para impulsar grandes cambios, no por ser mujer, sino por la capacidad que requiere el liderazgo de un país con tantos contrastes como México.

Aún no es tiempo de predecir cómo será su gobierno ni qué tan exitosas serán sus promesas de campaña, ya que eso dependerá del tiempo, de las prioridades de su gestión y, sobre todo, de su nivel de compromiso con la población, más allá de los poderosos grupos económicos y criminales que cohabitan en México. Por distintas razones, entre ellas la amistad y una amplia curiosidad política, he seguido de manera acuciosa lo variopinto de los procesos históricos y políticos de ese país, cuna de ideas sociopolíticas trascendentales y líneas de pensamiento que han sido referentes no solo para la región latinoamericana, sino también para la República Dominicana. Pero ese será objeto de otro análisis.

Claudia Sheinbaum es una abanderada de las luchas medioambientales. Con su amplio conocimiento en su doctorado en ingeniería energética, ha planteado propuestas que abordan la crisis del agua en un país asolado por las consecuencias del cambio climático. 

Sin embargo, muchos, tanto a la distancia como desde el mismo México, esperaron sin éxito ideas claras y viables durante la campaña electoral sobre las principales preocupaciones de los mexicanos: la violencia y la corrupción a distintos niveles.

Como mencionamos al inicio de este editorial, México es un país con contrastes muy marcados: belleza histórica inigualable, gastronomía para los paladares más exigentes y avances jurisprudenciales de referencia. Sin embargo, también enfrenta una violencia y criminalidad sin tregua, y corrupción en sus distintas esferas de poder. Con estos desafíos, gobernará la presidenta. Las esperanzas están puestas en que pueda llevar a cabo lo que México necesita, aunque sin grandes expectativas.

Volveré a escribir sobre los primeros días de su gestión cuando los resultados de su programa de gobierno puedan ser medidos en su justa dimensión.

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