En el día de ayer sábado en nuestro país se llevó a cabo una Marcha Patriótica para. Se hizo para exigir a la ONU y organismos internacionales resolver los problemas de Haití, pero en Haití.
Sectores dominicanos están sumamente preocupados por la situación de criminalidad y violencia que vive el hermano país y que nosotros no podemos asumir.
Justamente el día de hoy se produce un hecho de violencia que ha consternado la sociedad haitiana en general. La banda delictiva Ti Makak quemó vivo a un exsenador y su sobrino en un vehículo, un hecho estremecedor.
Sectores haitianos asocian este hecho a una manera de distraer la sociedad haitiana ante el recuerdo terrible del magnicidio del expresidente Jovenel Moïse. Precisamente hoy se cumplen 13 meses de ese hecho abominable que y vaya manera de recordarle que asumen nuestros vecinos.
Es bueno resaltar que la República Dominicana no realiza esta marcha por racismo ni nada por el estilo. Sino por la preocupación que nos genera las situaciones derivadas de la condición de inestabilidad que vive el país vecino.
Es evidente que eso eleva la intención de migrar buscando mejorar su condición socioeconómica, pero al mismo tiempo huir de la violencia y delincuencia.
Es cierto que en el país tenemos muchos migrantes ilegales de otras nacionalidades, no solamente de Haití. Ahora bien, esos otros países no tienen frontera con nosotros, la posibilidad de llegar a nuestro país es más remota.
Además, Haití es el país más pobre de América Latina y está entre los más pobres de todo el hemisferio. Su llegada implica una sustitución material de la mano de obra nuestra, aunque también reconocemos que son de bajos salarios.
República Dominicana debe invertir más en mejorar las condiciones de vida de los militares que cuidan nuestra frontera. Es un símbolo de riesgo que muchos militares se presten por dinero a renunciar a su responsabilidad de custodiar la frontera.
La marcha patriótica es una bifurcación que se abre después de muchas decepciones de una sociedad que busca defenderse de una migración sin igual.
Por: Francisco Tavárez, el Demócrata.
