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Lo ocurrido en el almuerzo de la Cámara Americana de Comercio (AmchamDR), donde el presidente Luis Abinader participó como invitado especial, es solo el último episodio de una preocupante serie de limitaciones arbitrarias a la labor de la prensa.
Como de costumbre, AmchamDR organizó su tradicional almuerzo e invitó a los medios de comunicación a cubrir la disertación de Manuel Tavares, presidente de Piisa Industrial Park. Sin embargo, cuando el mandatario llegó, la seguridad presidencial ordenó la salida de los periodistas, a pesar de que su participación había sido anunciada previamente por su propio departamento de prensa.
Aún más preocupante es que la Dirección de Prensa de la Presidencia convocó a los medios para asistir a la actividad, pero una vez allí, se les impidió la entrada. Más tarde, en un intento de corregir la situación, los organizadores ofrecieron acceso limitado en pequeños grupos, lo que generó indignación entre los periodistas, muchos de los cuales optaron por retirarse en señal de protesta.
Este no es un hecho aislado. El pasado 23 de septiembre, la Presidencia prohibió el acceso de los medios a una actividad programada en el Palacio Nacional con militares de antiguas promociones. Estos incidentes reflejan un patrón reiterado de restricciones que no solo entorpecen la labor periodística, sino que también envían un mensaje preocupante sobre la transparencia en la cobertura de las actividades presidenciales.
Resulta inconcebible que, en un país con un historial democrático sólido, se impongan barreras al acceso de los medios a eventos de interés público. La prensa es un pilar fundamental de la democracia y su labor no puede estar supeditada a decisiones discrecionales o a deficiencias en la organización de actividades oficiales.
Es momento de que las autoridades revisen esta política errática y garanticen un trato adecuado a los periodistas, quienes, día tras día, cumplen con la misión de informar a la ciudadanía.
