SANTO DOMINGO.- Cada 29 de septiembre, la República Dominicana se viste de fervor y tradición para celebrar el Día de San Miguel Arcángel, una figura venerada tanto por la Iglesia Católica como por las creencias populares del país.
En barrios y comunidades rurales, esta festividad tiene un significado profundo, donde la devoción se entrelaza con expresiones culturales únicas que reflejan el sincretismo religioso del país.
San Miguel Arcángel, conocido por su rol como defensor contra el mal en la fe católica, trasciende lo puramente religioso en la cultura dominicana. Su figura ha sido adoptada por prácticas afrocaribeñas, como el vudú, donde se sincretiza con Belie Belcan, una deidad del panteón vudú que encarna la justicia y la protección. Esta convergencia entre las creencias católicas y las afrodescendientes ha dado lugar a celebraciones que combinan rituales tradicionales con devoción religiosa.
En muchas comunidades, las festividades incluyen misas católicas, pero también rituales de origen africano como la quema de velas, toques de tambores y danzas que invocan protección espiritual. Estos actos reflejan la dualidad entre lo sagrado y lo terrenal, mostrando la rica fusión de creencias que caracteriza al país.
En zonas como Villa Mella, uno de los principales centros de devoción a San Miguel en Santo Domingo, la festividad se vive con intensidad. Procesiones, altares decorados con velones rojos y ofrendas florales adornan las calles y los hogares, mientras la música de tambores retumba como parte de los rituales que buscan alejar las malas energías y atraer protección.
La celebración no es solo religiosa, sino también una oportunidad para fortalecer los lazos comunitarios. En pueblos como Baní y Azua, la festividad incluye comidas compartidas, música y danzas tradicionales como los palos, que fusionan lo ancestral con lo contemporáneo. Estas manifestaciones culturales revitalizan las raíces afrodominicanas y dan vida a la herencia de San Miguel en la actualidad.
En los últimos años, la devoción a San Miguel ha experimentado un resurgir, especialmente en momentos de crisis o incertidumbre. La imagen del arcángel protector sigue siendo un símbolo de esperanza y consuelo para muchos dominicanos que acuden a él en busca de fortaleza ante las adversidades.
Este día no solo celebra la fe, sino también la resiliencia y la identidad cultural de los dominicanos. San Miguel representa la protección, la justicia y la resistencia frente a las dificultades, elementos que resuenan profundamente en la realidad social del país.
La festividad de San Miguel Arcángel en el país es una manifestación del sincretismo religioso y cultural que define la región. Más allá de la fe, es una celebración de la unión comunitaria y la herencia viva que continúa renovándose cada año, manteniendo intacta la esencia de las tradiciones populares.