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Se tambalea presidente de Colombia

Es importante señalar que el tema de la reforma fiscal fue la punta del iceberg ante el descontento que existe en la población hacia el gobierno del presidente Duke del que exigen otros tipos de reivindicaciones, por ello las protestas no tienen pensado detenerlas con el retiro del proyecto de reforma fiscal.

El movimiento que encarnó estas luchas nació en Colombia el 21 noviembre del año 2019 y estaba alicaído, menguado por la pandemia, pero la reforma tributaria que propuso hace dos semanas el presidente Iván Duke le dio un empuje inesperado y determinante; tras cuatro días de protestas Duke anunció este pasado domingo que le pedirá al Congreso no votar esta propuesta de ley, sino una que resulte del diálogo con partidos y movimientos.

Dijo el presidente, acompañado de su gabinete, que “la reforma no es un capricho, es una necesidad, retirarla o no era la discusión, la verdad es que la discusión es poder garantizar la continuidad de programas sociales”.

Colombia sigue convulsionado de cara a muchos aspectos, pero el presidente Duke tiene un punto y es que los economistas de todas las vertientes coinciden en que el estado colombiano está urgido de una reforma que aumente el recaudo y permita no sólo saldar el déficit y pagar la deuda, sino mantener la histórica reputación del país estable y responsable ante los ojos de los mercados internacionales.

La reforma que propuso el presidente Duke era, según los economistas, muy ambiciosa para un gobierno de centro derecha, inesperadamente progresista que grababa la renta de clases medias y altas, pero los críticos la consideran inoportuna en medio de la crisis social generada por la pandemia, así como insuficientes en su búsqueda de proteger a los vulnerables y cobrarles más impuestos a los más ricos.

Quizás este punto de reinventar el cobro y la tributación cobrándole más a lo que más tienen es lo que ha provocado el financiamiento de estas protestas casualmente por clases empresariales de la élite colombiana.

Sin lugar a dudas que estos no son momentos propicios para impulsar reformas cuando las sociedades en todas las Américas, en occidente, en el que todas las economías del planeta languidecen desde el punto de vista de la crisis que ha generado la pandemia del COVID 19.

Un momento más oportuno quizás hubiese sido diferente para la suerte que ha corrido esta reforma que muestra a un gobierno de Iván Duke de rodillas y cuidado si en Colombia no se gestan otros movimientos que busquen desestabilizar el gobierno y por qué no, pedirle el cargo al presidente.

República Dominicana debe mirarse en ese espejo por dos razones: la primera es que el país, en cualquier momento, debe avocarse a la firma del Pacto Fiscal contemplado en la Estrategia Nacional de Desarrollo que aún espera por su aprobación y segunda por la reacción que mostró la sociedad cuando, al inicio del gobierno, se quiso introducir una especie de reforma junto al presupuesto nacional. Fue la primera vez que este gobierno escuchó para sí mismo el grito de batalla ¡se van! que tanto sonó en la campaña. La sociedad está renuente, por consiguiente, se espera que ese pacto fiscal realmente sea equilibrado para todos.

Por: Francisco Tavárez, el Demócrata