Todo comenzó con una serie de reportajes del periódico Listín Diario acerca de las condiciones del Centro de Retención Vehicular mejor conocido como el Canódromo.
En esa serie denunciaban las deficiencias en la atención y la gran cantidad de vehículos retenidos que procuran conductores durante días sin ningún resultado. Además del desorden que prevalece en el Centro de Retención Vehicular de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett).
En ese lugar se suelen incautar vehículos por violación a las leyes y para retirarlos la gente debe pasar las mil y una. Además, para nadie es un secreto de cómo se manejan ese tipo de instituciones que le ponen la situación más difícil de la cuenta.
Esa es la manera en cómo, ante la desesperación y la impotencia, la persona con tal de conseguir su vehículo accede al soborno.
Siempre hay una gran multitud en las afueras del Canódromo, la mayoría molestas y desesperadas por la tardanza en la entrega de los vehículos. Y alegando incautaciones injustificadas.
Hay personas que llegan a las cinco de la mañana y todavía a las tres de la tarde no han resuelto su problema. Al Canódromo llevan vehículos incautados a causa de alguna infracción u otros inconvenientes. Todo el proceso de lo que pasará con los vehículos se hace con la Digesett, incluido el pago de las multas.
Cuando todo el proceso requerido es agotado, la misma institución es la encargada entregar el vehículo.
Dentro del lugar se encuentran autos, motocicletas y otros medios de transporte de todo tipo y tamaño. Incluso hay un edificio de tres plantas colmado de motocicletas.
Lleno tanto de árboles como de vehículos, muchos de ellos se ven en condiciones deporables y arropados por los arbustos. Toda esa zona ocupa un gran espacio y allí se encuentran los vehículos que han sido confiscados por alguna u otra razón.
Hay personas que alegan su motocicleta ha sido retenida hasta por diez meses y más. Todo el que circula por las calles de este país observa a diario cómo la policía detiene a los que andan en motocicletas. Pero de inmediato son incautadas.
Esas denuncias provocaron que el Defensor del Pueblo se dirigiera al lugar junto a una serie de periodistas y terminara agredido.
Quizás, ahora que ocurrió este incidente con el Defensor del Pueblo, las cosas en ese lugar cambien. No quisiera uno que se pasen por situaciones de esta naturaleza, pero parece que ese es su modus operandi.
Si eso fue al Defensor del Pueblo ¿Qué no sería con un ciudadano común?
Por: Francisco Tavárez, el Demócrata.