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Por Francisco Tavárez
La reciente decisión del presidente Luis Abinader de retirar del Congreso la propuesta de reforma fiscal, tras el rechazo casi unánime de la ciudadanía y los sectores productivos, es un golpe contundente a la credibilidad de su gestión económica.
Este tropiezo es, sin duda, resultado directo de la falta de consenso y una desconexión evidente entre el equipo económico del gobierno y la realidad de los dominicanos. Aquí, las responsabilidades no pueden seguir difuminadas: Jochi Vicente, ministro de Hacienda, ha llevado al país a este atolladero y su permanencia en el cargo resulta cada vez más insostenible.
La arrogancia mostrada en la defensa de una reforma claramente impopular, sin los ajustes necesarios para asegurar su viabilidad, refleja una alarmante falta de sensibilidad política. Vicente no solo ha ignorado las voces de alerta, sino que ha insistido en un plan que carecía del respaldo social mínimo requerido. En cualquier otro contexto, su dimisión ya estaría sobre la mesa.Pero no es el único.
Pável Isa y Víctor «Ito» Bisonó, actores clave en este drama económico, también comparten la culpa. La incertidumbre económica que se ha generado y la falta de coordinación en la implementación de las políticas gubernamentales son señales claras de una gestión que necesita una reestructuración urgente.El presidente Abinader tiene ahora en sus manos la oportunidad de dar un giro firme.
Si estos funcionarios no presentan su renuncia, el mandatario debe tomar decisiones contundentes y destituirlos. El país no puede permitirse seguir bajo la dirección de un equipo económico que, ante el primer desafío serio, fracasa en construir los consensos necesarios para avanzar.El pueblo demanda respuestas, y con razón.
