Sin categoría

Un Castillo de peligros para la democracia Peruana

Desde la explicación del símbolo de su partido: una bandera roja y un lápiz, podemos intuir la tendencia de Castillo. El dice que la bandera roja simboliza “el sacrificio del pueblo” y que el lápiz es con el que “escribirán una nueva historia con ese mismo pueblo”. Si de escribir se trata, entre los planes de Castillo está redactar una nueva Constitución, elegir una Asamblea Popular Constituyente y tener nuevos miembros del Tribunal Constitucional.

Esta práctica de refundación del país son ya conocidas en los regímenes de la región como Venezuela, Nicaragua y Bolivia del club llamado Socialismo del Siglo XXI. Todos apadrinados por la veterana dictadura cubana. En su día, el difunto dictador Hugo Chávez posaba como un moderado respetuoso de la institucionalidad democrática y la empresa privada cuando fue candidato en 1998 y ya sabemos cual es la situación de miseria y falta de libertades sin precedentes que viven los venezolanos desde hace 22 años.

En una entrevista para el programa Cuarto Poder en Lima se le preguntó a Castillo si detrás de su apariencia tranquila y sosegada no se escondía un radical. A lo que respondió que “no hay nada de radical, que lo que hay es una realidad, una constancia y un sentimiento patriótico”. En el ideario y programa publicado en la página de internet del movimiento Perú Libre de Castillo, su partido se define como una “organización de izquierda socialista”.

En ese manifiesto también dicen que “Perú Libre es una expresión contestataria de los pueblos marginados” y muchos pasajes condena las políticas neoliberales y capitalistas, y recalca su principio “antiimperialista”. También plantea establecer un “estado regulador, interventor, empresario, fuerte y con facultades” para hacer frente a lo que dice es un “Estado sometido a la economía social de mercado”.

Solo en estos dos pasajes ya podemos intuir lo que pasaría en el Perú gobernado por Castillo: Control de precios, estatización de empresas y falta de estabilidad jurídica para la inversion privada e internacional. Y eso solo sería el principio.

El método de los radicales de izquierda filo-comunistas del Siglo XXI ha sido llegar al poder por la vía de la democracia electoral, y una vez instalados, dinaminar las instituciones democráticas, eliminar la separación de poderes y ejercer la dictadura de partido único. Luego confiscan las libertades ciudadanas, persiguen a opositores, saquean los recursos del país y sumergen en la miseria al pueblo, de la cual siempre culpan al imperio de los Estados Unidos y no a su ineptitud para gobernar y crear bienestar. Aparte de realizar periódicas pantomimas de elecciones que siempre ganan.

El ex presidente boliviano Evo Morales expresó su total respaldo a Castillo e incluso dijo que los lineamientos de su plan de gobierno fueron ideas que el propio Morales “le exportó”. Este respaldo solo confirma la posición ideológica de un gobierno de Castillo y quienes serían sus aliados. En el Perú no es el primer intento de la izquierda chavista para llegar al poder. En el 2011, Ollanta Humala, ex militar del Partido Nacionalista, se mostraba cercano a las ideas de Chávez, pero adoptó una posición moderada cuando fue elegido.

En Ecuador pasó algo similar con Lenín Moreno. En su momento apadrinado por el expresidente Rafael Correa, se desmarcó radicalmente de éste cuando ganó la presidencia que pronto entregará al derechista liberal Guillermo Lasso.

Perú mantiene, con sus altas y bajas, el sistema democrático desde 1980. Y aunque existe un electorado desilusionado y apático y una informalidad de la clase política que se traduce en 18 candidatos presidenciales con escaso arraigo popular, sería terrible que la consecuencia sea poner a la cabeza del país a un movimiento con las ideas del Socialismo del Siglo XXI que postula Castillo y que nunca han parido sociedades prósperas y libres.

Por José Andreu Figueroa.

Corrsponsal Miami, Florida