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Una banda de corrupción sin ética entre ellos.

También es la primera vez que el interés de un presidente no es blindar al funcionario aliado de su organización política en un escándalo. No es la primera vez que el pueblo cifra sus esperanzas, pero es la primera vez que se celebrará un proceso diáfano como este.

Esto no obedece solo a la presión social de que se condene a los corruptos, sino también a la voluntad de quienes administran la justicia.

Este caso es bastante interesante porque resulta que el mismo se planeó desde antes de que Luis Maisichell Dicent tomara posesión de ese cargo.

Por eso se hizo acompañar de una red criminal que no reparó en ningún temor ni en el daño que le hacía al país.

En el Demócrata analizamos que no se podía limitar el alcance de este tumbe a tan solo 150 millones de pesos que eran mucho más. Y efectivamente las informaciones que da a conocer al país el Listín Diario apuntan a que se trata de más de 500 millones de pesos.

Este fraude no solo afectó al sistema de bancas a nivel del país, sino que trascendió a nivel internacional en Estados Unidos y Europa. En estos países también hubo personas estafadas con una cantidad indeterminada de dinero a través de este mecanismo.

Como ha salido a relucir todo esto se planificó a mediados del año pasado.  Incluso mucho antes que se designara a Luis Dicent como administrador de la Lotería Nacional.

Lo curioso es, como lo habíamos analizado en el Demócrata, que no solo realizaron el tumbe a las bancas y los jugadores. También a los propios involucrados en el caso se les prometieron ascensos que nunca llegaron. Les ofrecieron pagos cuyos montos fueron ínfimos en relación a lo que les prometieron.

Ladrones que no solamente terminaron defraudando la confianza de su familia, la sociedad y la designación del presidente. Sino que también terminaron tumbando a la propia red que contrataron para el tumbe.

Pero aquí no cabe el refrán de ladrón que le roba a ladrón tiene cien años de perdón. El problema entre ellos es una cosa, pero el problema con la justicia y el pueblo es otro. Esperemos que si se determina la culpabilidad haya una sentencia que envíe un mensaje claro y contundente.

Por: Francisco Tavárez, el Demócrata.