Por Yolaine Vásquez
SANTO DOMINGO.- Las principales vías de la región Este, motor turístico y económico de la República Dominicana, se han convertido en trampas mortales.
Hoyos en el pavimento y barandas destrozadas ponen en peligro la vida de quienes las transitan. Este descuido ha dejado familias devastadas por accidentes que pudieron evitarse.
El Este del país, símbolo de desarrollo y turismo, oculta un aspecto critico: sus carreteras están llenas de peligros. Vías como la Autopista del Este y la Autovía del Coral, que deberían ser seguras, se han transformado en escenarios de tragedia.
Un recorrido por estas carreteras expone el caos: hoyos tan profundos que dañan los vehículos y obligan a maniobras peligrosas; barandas rotas que en lugar de proteger, son amenazas mortales con puntas de metal expuestas.
En la Autopista del Este, conexión vital hacia San Pedro, La Romana y Punta Cana, los accidentes se multiplican. Las cifras son preocupantes: en los últimos meses, al menos tres familias han perdido a seres queridos por choques relacionados con estos desperfectos.
La Autovía del Coral, puerta de entrada a los principales destinos turísticos de La Altagracia, también enfrenta un deterioro alarmante. Los conductores afirman que estas vías, que deberían reflejar modernidad y progreso, ahora son un riesgo para locales y turistas por igual.
El impacto va más allá de los accidentes: el estado de estas vías afecta la imagen de la República Dominicana como un destino seguro, poniendo en jaque su industria turística.
Los ciudadanos exigen soluciones inmediatas: reparación de hoyos, instalación de nuevas barandas y un mantenimiento constante para evitar más tragedias.
El reloj sigue corriendo, y con cada segundo, estas carreteras se convierten en trampas mortales. La verdadera pregunta es: ¿cuántas tragedias más se necesitan para que llegue la solución?