Editorial Por Francisco Tavárez:
Haití atraviesa una crisis de seguridad sin precedentes. Las bandas criminales, como los 400 Mawozo, han expandido su control más allá de Puerto Príncipe, sembrando el terror en comunidades a lo largo y ancho del país vecino, pero con una tendencia peligrosa acercándose a territorio de la República Dominicana. Esta expansión no solo demuestra la debilidad del estado haitiano, sino también la necesidad urgente de una intervención efectiva y bien planificada.
La intervención de la policía keniana, en conjunto con la Policía Nacional de Haití, ha sido presentada como una solución para restaurar el orden. Sin embargo, esta misión está siendo cuestionada en varios frentes, principalmente en términos de su capacidad operativa y logística. Los informes que llegan desde el terreno son alarmantes: los agentes kenianos enfrentan graves problemas de salud y carecen de recursos básicos necesarios para llevar a cabo su misión.
Esto plantea una pregunta crucial: ¿cuál es el plan real detrás de esta misión? La comunidad internacional debe reflexionar seriamente sobre los objetivos y la ejecución de esta intervención. La simple presencia de fuerzas extranjeras no es suficiente si no están debidamente equipadas y respaldadas para enfrentar la complejidad de la situación en Haití. La falta de preparación y recursos puede convertir una intervención bien intencionada en un fracaso que agrave aún más la crisis.
La expansión de las bandas criminales, como los 400 Mawozo, subraya una realidad preocupante que demanda una respuesta efectiva.
