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Por Francisco Tavárez
En un ecosistema digital donde las reglas del juego han cambiado drásticamente, la integridad del periodismo enfrenta desafíos sin precedentes. La desinformación y la manipulación mediática han generado un entorno en el que la extorsión y las acusaciones infundadas buscan socavar la credibilidad de quienes ejercen con ética y responsabilidad.
Huchi Lora, Marino Zapete, Edith Febles y Juan Bolívar Díaz representan excepciones en este panorama adverso. Con trayectorias intachables y un firme compromiso con la verdad, han demostrado que el periodismo puede ser un pilar fundamental para la democracia y la transparencia.
«Si destruimos su reputación, nos quedamos sin referentes». Esta afirmación cobra relevancia en un contexto donde la difamación se usa como arma para desacreditar voces críticas. La presunción de inocencia debe ser un principio inquebrantable: quien haga acusaciones, qué presente pruebas. La honra y el legado de estos periodistas no pueden quedar a merced de ataques sin fundamento.
Hasta prueba en contrario, Juan Bolívar Díaz, Edith Febles, Huchi Lora y Marino Zapete son profesionales de reconocida trayectoria y credibilidad. No merecen ser víctimas de campañas de descrédito que solo buscan debilitar la prensa independiente.
El periodismo tiene la responsabilidad de verificar y confirmar la veracidad de los hechos antes de difundir denuncias. Actuar de otro modo no solo compromete la ética profesional, sino que también constituye una violación de la Ley. Defender la verdad es un deber ineludible para quienes ejercen esta noble profesión.
La integridad periodística no es negociable. En tiempos de desinformación y ataques sistemáticos, es esencial proteger a quienes han dedicado su vida a informar con rigor y compromiso. El periodismo libre y responsable sigue siendo la mejor garantía para una sociedad informada y democrática.
