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Por Francisco Tavárez
Durante décadas, cientos de trabajadores dedicaron su vida a Falcondo con la esperanza de un retiro digno. Hoy, muchos de ellos viven en la incertidumbre, luchando por una prestación que les corresponde por derecho. Mientras tanto, el oro de Pueblo Viejo y otras localidades de Cotuí sigue saliendo de la tierra, explotado por la multinacional canadiense Barrick Gold Corporation.
¿Dónde está la riqueza? No hay puentes, no hay universidad, no hay casas dignas. La minería no es el problema. El verdadero cáncer es un sistema corrupto que permite que los beneficios de los recursos naturales se queden en manos de unos pocos, mientras el pueblo sigue atrapado en la pobreza.
No se trata de estar en contra de la explotación minera, sino de exigir que el desarrollo sea equitativo. Es el sistema lo que hay que transformar. Un sistema que garantice que las riquezas de la nación sean para su gente, no solo para inversionistas extranjeros y políticos de turno.
Si no cambiamos las reglas del juego, Cotuí y otras comunidades seguirán viendo cómo su oro se va, mientras su gente se queda sin nada.
