Editorial Por Francisco Tavárez:
El caso Odebrecht en la República Dominicana ha terminado en una vergonzosa absolución de todos los acusados, tras años de investigaciones y un gasto de más de cinco mil millones de pesos en comisiones. A pesar de las pruebas, el tribunal dejó libres a figuras clave como Ángel Rondón y Víctor Díaz Rúa, afirmando que nadie recibió sobornos.
Este fallo no solo ridiculiza la justicia, sino que también muestra la profunda corrupción que atraviesa el sistema político del país.
El pueblo dominicano ha sido testigo de una farsa judicial que protege a los poderosos y deja a la nación sin respuestas ni responsables. Una vez más, la justicia dominicana ha fallado, y la corrupción sigue siendo la gran ganadora.
Es indignante que se pretenda hacer creer a la ciudadanía que nadie recibió las comisiones que Rondón distribuyó. ¿Cómo es posible que el tribunal haya decidido absolver a quien, supuestamente, repartió sobornos sin que nadie los haya recibido? Este veredicto es un insulto a la inteligencia y a la dignidad de los dominicanos. Es la burla más grande en la historia reciente del país.
Y lo más alarmante es que nunca se investigó la sobrevaluación de las obras de Odebrecht, un aspecto crucial que habría revelado la magnitud de la complicidad y el reparto dentro del sistema político. Desde senadores y diputados hasta ministros, y posiblemente hasta presidentes, todos parecen haber metido la mano en la caja de Odebrecht.
